Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera

Un estudio revela que la educación en Colombia no cumple con las expectativas laborales de los jóvenes, generando altos niveles de frustración y empleo informal.

El reciente análisis realizado por Eduardo Lora, economista y experto en políticas públicas, pone de manifiesto una creciente preocupación entre los jóvenes colombianos: la desconexión entre la educación recibida y las oportunidades laborales reales. A pesar de alcanzar niveles educativos históricos, la mayoría de los jóvenes se encuentra con un mercado laboral que no valora su formación académica.

Eduardo Lora, basándose en datos de la Fundación Empresarios por la Educación, destaca que cuatro de cada cinco jóvenes sin educación superior y muchos con formación técnica o universitaria terminan ocupando puestos de trabajo que no corresponden a sus estudios. “Es un ciclo frustrante de expectativas no cumplidas que afecta no solo a los individuos, sino también al desarrollo económico del país”, explica Lora.

Además, el análisis señala un error en la percepción del emprendimiento como solución mágica al desempleo. Muchos jóvenes, influenciados por una idealización del autoempleo, se lanzan a iniciar negocios sin la preparación adecuada, lo que frecuentemente resulta en la expansión del sector informal y la perpetuación de la inestabilidad laboral.

La situación es crítica y requiere una acción inmediata. La brecha entre la educación y el mercado laboral no solo perpetúa la baja productividad y la insuficiente protección social, sino que también limita severamente el potencial de crecimiento económico del país. La reforma educativa se presenta como una necesidad urgente, donde la calidad y la pertinencia deben ser prioritarias para alinear las habilidades de los jóvenes con las demandas del mercado laboral.