Por: Katherine Cruz

Escándalo político remece a Bogotá: Carlos E. Mora González fue condenado a 21 años de prisión tras admitir su participación en el horrendo asesinato del senador Miguel Uribe Turbay en Modelia. La justicia avanza.

Este martes, la Fiscalía General de la Nación confirmó un golpe a la impunidad con la condena de Carlos Eduardo Mora González a 21 años de prisión. La sentencia, avalada por un juez penal especializado, lo declara culpable de participar en el atroz asesinato del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay. Este crimen que conmocionó al país ocurrió el pasado 7 de junio en el barrio Modelia, al occidente de Bogotá. Mora González aceptó su responsabilidad en la planeación y ejecución del vil atentado.

La investigación, liderada por la Unidad de Vida de la Seccional Bogotá, reveló la macabra colaboración de Mora González. Él fue crucial en la identificación del sitio exacto para perpetrar el homicidio. Además, facilitó un vehículo clave para el traslado de otros implicados, quienes entregaron el arma al menor de edad que ejecutó el disparo fatal. Su participación en este plan criminal habría sido motivada por un miserable pago de cinco millones de pesos.

Las pesquisas detallaron cómo Mora González actuó con frialdad y premeditación, siendo una pieza clave en el engranaje criminal. Desde la elección del punto para el ataque hasta el aseguramiento de la logística, su rol fue determinante. La facilitación del vehículo permitió que el arma homicida llegara a manos del sicario, sellando el destino del senador. Este acto de violencia política desató una ola de indignación y preocupación en la capital.

Las pruebas contundentes de la Fiscalía desvelan que Mora González no era un actor aislado. Integraba un peligroso grupo delincuencial dedicado al narcomenudeo y homicidios selectivos, activo entre enero y junio de este año. Utilizaba la fachada de conductor de plataformas de transporte para movilizar armas y estupefacientes, encubriendo sus actividades ilícitas. Esta sentencia refuerza la responsabilidad dentro de la estructura criminal que orquestó y ejecutó el atentado, enviando un claro mensaje contra la impunidad.